Marcela

Rápido, sin tiempo para preguntas y sin ninguna explicación. Primero fueron las lágrimas, luego una fiebre de treinta grados que sólo calmaba la caña, un temblor de tierra y, tras un soplo, todo blanco.
Despues llegó el viento helado, las noches sollozando, el recuerdo idealizado, una voz cada vez mas extraña repetía palabras una y otra vez en un idioma incomprensible, después el eco, el vacío, el silencio, otra vez la maldita fiebre y la misma asfixia del cuarto en llamas.

El amanecer, la luz cegadora y una claridad desconocida, la memoria y la nostalgia apostando la realidad en un juego de dados.
Perdí el camino a casa, se apagaron las luces del pueblo y ya no sé cómo regresar, salí hace dos mil noches huyendo de la música melancólica en la que un viejo ebrio hablaba de vidas miserables y de esperanzas olvidadas, cuando volví la vista atrás el sendero había desaparecido.

Me dijeron que adelante, continuando este camino, se vislumbra el mar y que al llegar allá el sonido de las olas concede instantes de sosiego, o sumergirse despacio, comprendiendo las señales, luego la sonrisa tímida y entonces la carcajada, aire fresco, océano en calma, todo azul.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Otro texto con dolor, pero es un dolor distinto, un dolor perdonado, sobre todo al final.

Me ha recordado, cómo no, al "caminante no hay camino", en especial porque me ha inquietado lo de que "cuando volví la vista atrás el sendero había desaparecido". Es una forma de girar la tortilla de la construcción del camino. Supongo que los emigrantes se sienten así de alguna manera, en algún momento de sus vidas, sin posibilidad de retorno, y es un aspecto muy particular del tema de la migración.

Este párrafo, el último, "Me dijeron que adelante, continuando este camino, se vislumbra el mar y que al llegar allá el sonido de las olas concede instantes de sosiego, o sumergirse despacio, comprendiendo las señales, luego la sonrisa tímida y entonces la carcajada, aire fresco, océano en calma, todo azul" es el que me da la sensación del dolor perdonado, de la superación, del fin del duelo, en la medida de lo posible. Sobre todo el "concede instantes de sosiego", que encierra la inquietud de toda una generación de emigrantes, que encierra la esperanza de un futuro en paz, aun lejos de la tierra propia.

Madame

Anónimo dijo...

¡Me gusta! :D Me da la impresión hay muchas frases que me suenan a otros textos, guiños conscientes o inconscientes, pero no sé porque no acierto a citar ninguno.

Pues a mí, más que a Machado, llámenme poppy, llámenme degradado social, pero me he acordado de la canción de Adiós de Jarabe de Palo, ese grupo que ahora da un palo terrible escuchar, pues ése (esta no es una de las citas a las que me refería, por supuesto, era mucho más elevadas XD).

Tengo que decirte
que mi vida es muy triste
que va a ser como imposible
que me olvide de que existes.

Tengo que decirte
que el día en que te fuiste
se encendieron las farolas
que alumbraban el camino...

Para que pudieras volver....
Volver, volver....


Aunque en este caso, las luces se apagan. :/

¿Y alguien puede imaginar la carcajada del final? A mí me suena a carcajada rota entre la pena de saber que todo puede ser perdido y todo tiene que ser ganado, y la alegría de saber que muchas veces sólo cuando perdemos es cuando ganamos.

sonia dijo...

se notan tanto las influencias hispanoamericanas. en ese tono mítico. y los elementos. la tierra, el viento, llamas, océano... Buena narración.

hatsue-san dijo...

Me ha gustado muchísimo! Caminar hasta encontrar el mar, pero no me parece que vaya a ser el destino final...