Inefabilidad argentina

Aquello que hay en mí, que no soy yo, y que busco.
Aquello que hay en mí, y que a veces pienso que
también soy yo, y no encuentro.
Aquello que aparece porque sí, brilla un instante y luego
se va por años
y años.
Aquello que yo también olvido.
Aquello
próximo al amor, que no es exactamente el amor;
que podría confundirse con la libertad,
con la verdad
con la absoluta identidad del ser
–y que no puede, sin embargo, ser contenido en palabras
pensado en conceptos
no puede ser siquiera recordado como es.
Es lo que es, y no es mío, y a veces está en mí
(muy pocas veces); y cuando está,
se acuerda de sí mismo
lo recuerdo lo pienso y lo conozco.
Es inútil buscarlo; cuanto más se busca
más remoto parece, más se esconde.
Es preciso olvidarlo por completo,
llegar casi al suicidio
(porque sin ello la vida no vale)
(porque los que no conocieron aquello creen que la vida no vale)
(por eso el mundo rechina cuando gira).

Este es mi mal, y mi razón de ser.

El discurso vacío
de Mario Levrero

7 comentarios:

cocamarin dijo...

¿Es una provocación?

cocamarin dijo...

Porque si lo es, me siento provocado.

aningunsitio dijo...

Pues entonces, sea.

cocamarin dijo...

Decir que a veces leo textos "serios" que me producen esa misma sensación de vacuidad.

aningunsitio dijo...

Decir que podríamos hablar con oraciones cuyos verbos estén propiamente flexionados y no con subordinadas nominales de infinitivo (¿existen?) bien podría estar. Gracias. XD. Creo que no estoy entendiendo de qué va este diálogo.

Y sí, no es extraño encontrar vacuidad en la "seriedad" del arte "serio". A mí me sucede igual, cocamarin.

cocamarin dijo...

Producir vacuidad puede resultar ser una de las actividades más apasionantes que tratan de abarcar algunas mentes experimentalmente dinámicas. Aunque bien sería bueno de aconsejar el recomendar como medida preliminar el uso regular de laxantes. Y luego volver a empezar.

aningunsitioperoquesealejos dijo...

Evacua contra la vacuidad, gran eslógan.