Costumbres

Clara Jáuregui
Para Hatsue, por mil cosas, que ahora no voy a decir,
porque nos pondríamos rojas de vergüenza.

Montes verdes y árboles marrones creaban en su conjunto el valle del Valira, un sitio igual que los valles vecinos, pero diferente en su esencia. Aunque, una vez más, eso se aplicaba también al resto. Cada pueblo, cada camino y cada cementerio estaban llenos de espíritus únicos y a la vez indistinguibles de sus vecinos. Vivían en un ouroboros de rutina y tradición que equilibraba sus pequeñas sociedades, unas costumbres que simplemente hacían que todo fuera bien. Por eso, cuando al joven Berdot lo expulsaron del pueblo se lo tomó con una tranquilizadora resignación. Era costumbre.

La falta de opciones ante los hechos, que se resumían en quedarse en el valle o irse, le llevaron a decidirse por la más cómoda. Era más fácil construir un nuevo hogar de cero si sabía que aquel camino llevaba al pozo viejo, y que en la cueva aquella aun podía encontrar hielo del invierno anterior. Así que el día que partió con sus trastos bajo el brazo se encaminó hacia el río y lo siguió hasta su nacimiento, donde sabía que encontraría los restos de una vieja cabaña de pastor en la que al menos podría pasar la noche.

El camino era tedioso y monótono, lo que dejaba la mente en blanco a Berdot. No se fijaba en las rocas, ni el agua primaveral del río, mucho menos en los árboles que iban espesando. Era el mismo paisaje de siempre, lo que a otro habría exaltado a él le provocaba sueño. Todo el día caminó, y cuando éste ya terminaba, aun le quedaba un trozo por recorrer. Así que cuando empezó a tropezarse con las piedras y las raíces intentó ir con cuidado pero más rápido para llegar cuanto antes. Fue el ir cabizbajo y enredándose con sus propios pies lo que hizo que no se diera cuenta de que había alguien más en el río hasta que casi chocó con ella. Era más bien chiquilla, delgaducha y espigada, y sorprendida se había metido de un salto dentro del río, que ahora le empapaba su vestido blanco. Berdot primero se asustó y luego se fijó en lo obvio, con la confianza de quien se sabe en mejor posición. La chica lo miró muy seria con unos ojos verdes demasiado bonitos. Unos segundos de silencio decisivos precedieron a una conversación que fue más o menos así:

- ¿Qué haces a estas horas por aquí? -preguntó un Berdot conciliador. Asustarla no tenía demasiado sentido.
- Hago la colada. Es el único momento en que puedo hacerla tranquila-. Parecía calmada, pero a la vez se iba mesando la larga melena, que si no engañaba la luz de la luna, era más roja de lo acostumbrado por esos lares. Un montón blanco en la orilla confirmaban sus palabras.
- ¡Qué chica más trabajadora! Me llamo Berdot, ¿y tú?
- Puedes llamarme Gauda -seguía plantada en el río y no parecía querer moverse.
- ¿Puedo? Lo dices como si no tuviera derecho a hablarte -Berdot parecía divertido.
- Claro que puedes, por algo te han enviado.
- No me ha enviado nadie, he venido porque he querido -el comentario parecía haberle molestado.
- No es verdad, ellos te obligaron. ¿Qué hiciste para merecerlo? -Gauda miraba fijo, muy fijo.
- No... es... no es... no te importa. -empezó a sentirse nervioso. Sabía que intentar parecer duro no serviría de nada.
- Tienes que explicármelo.
- ¿Tengo?
- ¿Siempre repites lo que dicen los demás, chico? -empezó a acercarse a Berdot-. Sería mejor que me lo explicaras, pero sólo porque te quedarías más tranquilo. Para mí, con que estés aquí, ya es suficiente.
- ¿Qué te importa a ti lo que hice? -dijo inseguro. Ella estaba justo delante suyo, y en su cabeza entró una sospecha-. ¿La conoces? ¿Te lo dijo ella? -pero la sonrisa de Gauda le quitó todas las dudas de golpe.
- No hace falta, Berdot -rió, y enseñó sus dientecillos blancos-. Sabes que hiciste mal, y también sabes cómo lo sé. Y cómo se paga -sonreía, pero su mirada era de odio. Berdot se sorprendió temblando.
- ¿Cómo... te... cómo te... llamas?
- Valira -dijo susurrando mientras le acariciaba la frente.

Cuando al día siguiente las comadres del pueblo fueron a lavar la ropa se lo encontraron flotando en el río. No hubo sorpresas. "No ha tardado", murmuraban bajito. "Se lo ha enviado a su madre, para que lo pueda enterrar", decían mientras miraban de reojo a la pobre mujer. "No era mal chico", decía ella, mientras se tragaba el orgullo. "Podrá estar tranquila la pobre muchacha", decía otra. "Es la costumbre", pensaban todos.

8 comentarios:

aningunsitio dijo...

Me ha gustado: "ouroboros de rutina", gran sintagma.

Cambiaría: "Me llamo Berdot, ¿y tú?" por "Mi nombre es Berdot, ¿y el tuyo?" porque me pega más con el tono.

El principio es muy bueno y engancha mucho. Digno de ti misma.

Clementine dijo...

Gracias! :D

Lo de "Me llamo Berdot" y tal estuve realmente pensando cómo ponerlo, pero luego pensé "coño, si es de pueblo, no le hagas hablar como si fuera un noble de una novela histórica". Y eso.

Y bueno, gracias a Hatsue, que me propuso hacer algo similar, pero centrado en la mitología oriental. Pero luego una se va al Alt Urgell un fin de semana y pasa lo que pasa.

hatsue-san dijo...

Jajajajaja!!!

Me ha encantado! Ouroboros!!! XDD

Está muy bien, pero creo que ganaría si lo hicieras más largo...para cuando una cuenta en fanfiction???

hatsue-san dijo...

Buscando he visto que el nombre de gauda tiene relación con todo el tema...y el de berdot? también?

Por cierto, me encanta que uses la palabra "comadres"!!!! XDD Me las imagino lavando y criticando a todo el pueblo...XD

hatsue-san dijo...

Y gracias por la dedicatoria por supuesto!!! :)

Clementine dijo...

Y a mi me encanta que la emoción te haga escribir tres comentarios xD

Sí, no sé adaptarme al largo, me salen luego cuentos atropellados :/ Ahora, si me meto en fanfiction probablemente acabe haciendo mezclas rarunas del whedonverso con Doctor Who. Y ya hay mucho de eso, seguro.

Y Gauda y Berdot son nombres medievales bearneses :D

Madame Blavatsky dijo...

A mí me ha gustado mucho, luego me informaré sobre Valira y todo esto, tiene pinta de demonio mitológico, o algo así...

Engancha mucho, es muy fluido y muy mítico, un ambiente que me gusta mucho. Me ha recordado al principio del Señor de los Anillos, cuando se pira Frodo, pero supongo que es por el rollo mitológico.

bravo!

Clementine dijo...

Os voy a confesar algo, que así no os matais buscando: el valle de Valira (y el río) existen, están en el Alt Urgell :P
Es que cuando lo vi me pareció un nombre tan chulo y tan dragonlancesco que me lo apunté para usos novelescos. Lo que no sé es el origen del nombre, igual es curioso y todo.

Uo! Madame, no me compares a Tolkien que me crezco! :D