La gastronomía de Abel

Abel Coca Marín

Lo primero, se coge el plato de pasta que la cerda de tu compañera de piso se dejó sobre la cocina el domingo pasado. Se debe pensar que los macarrones tienen vida propia y necesitan de reposo.


Lo segundo, se llena un cazo de agua, mejor si está un poco caliente, para que luego no dé tanta grima. Pero fría también sirve.


Se echa la pasta dentro, con cuidado, por supuesto de no salpicar.


Se remueven con la mano para que se suelten durante 1 o 2 minutos. No está de más llevar las uñas arregladas, sobretodo si se tienen invitados, que los hay que les da cosa.


Se cuelan. Este paso es el más delicado, puesto que se pueden escapar algunos por los bordes. Si es así, sólo hay que mirar que nadie se haya dado cuenta. Volver a meter al cazo y repetir el proceso.


Ya está. Se sirven tal cual o bien al punto de sal. Solamente recordar que si se utiliza agua fría para el proceso, se pueden después meter los macarrones un minuto en el microondas, si se trata de comer caliente.


Buen provecho y ya me contaréis si os ha funcionado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué asquerosidad más grande.

De verdad aprovechas los macarrones de tu compañera? Y, es más, lo que más me inquieta: a eos llaman macarrones en Alemania?? a esos intestinos larguiruchos y amarillentos?? puaggggggggg

Ascazo padre.

xDD

MAdame

Anónimo dijo...

Y encima catalogado como poesía.

BUUAAAAAAAAAAARJJJJJJJJJJ

Yo le hubiera pintado ojos y los hubiera hecho por angulas del norte, de muy del norte. XDDD

sonia dijo...

ajaja q bien ha retratado madame las sensaciones que produce este plato.... y qué macarrones más rrrraross