Noches blancas

Ricardo Triviño Sánchez

Este verano, formé un pequeño grupo con la idea de reunirnos todas las noches en la casa de la playa hasta la salida del sol. A oscuras, sentados en el sofá o en sillas plegables, o estirados sobre cojines en el suelo, bebíamos y reíamos. Escuchábamos música mientras nos contábamos historias terribles de modos terribles, chistes malísimos, anécdotas inverosímiles.

Estaba prohibido, bajo cualquier pretexto, encender ninguna luz. Todo debía transcurrir en penumbras. Nuestras siluetas anónimas se perfilaban sobre la vaporosa atmósfera amarilla que las farolas del paseo marítimo pintaban a lo lejos. La música aplacaba los sonidos de los bares de tal modo que podríamos creernos los últimos seres sobre la faz de la Tierra. Algunas noches, corríamos a ciegas por la arena hasta tocar el agua. Sentir aquel piélago inmenso revolverse bajo los pies era liberador. El sonido de las olas besaba la arena y desaparecía en un sentimiento de paz totalmente inasible.

Los turistas acabaron marchándose en desbandada, dejando el paseo convertido en los restos de un naufragio. Sin sus ruidos, podíamos oír desde la casa el mar rompiendo mansamente contra la costa. Sin sus neones, la noche recuperó sus estrellas. Sin sus cotilleos diarios, las conversaciones abordaban temas de los que nunca habíamos hablado. En el nuevo silencio de la noche, el rumor del agua y el eco de nuestras risas sonaban tan extraños que llegábamos a enmudecer. Si mirábamos fijamente el firmamento, las estrellas recobradas comenzaban a moverse erráticamente, como ovnis en misión de reconocimiento. Uno desapareció durante una de las reuniones y no pudimos encontrarlo hasta el amanecer, borracho sobre las rocas. Después de esto, dos del grupo dejaron de venir sin avisar, no sabría decir quiénes. A la fiesta siguiente, sin embargo, se unieron cuatro más.

Los primeros rayos se demoraban cada vez más y la madrugada se alargaba. Siempre quedábamos pasada la puesta de sol. Llegó un momento en que era imposible saber si nos reuníamos siempre los mismos, aunque lo cierto es que daba la impresión que cada noche éramos más porque no podíamos movernos por la casa sin tropezar los unos con los otros. Al amanecer, somnolientos y resacosos, ya no reparábamos en los demás y huíamos. Una noche, alguien que no reconocí pidió encender una lámpara o una vela porque no soportaba tanta oscuridad. Yo y otro nos negamos, y no pasó de ahí. Pero otra noche volvió a preguntar lo mismo y yo me quedé solo en mi respuesta. Luego, hubo una tercera vez y, finalmente, una cuarta.

Se notaba que cada vez se nos hacía más pesado. Salían temas incómodos en las charlas, la temperatura había bajado estrepitosamente y soplaba un viento del diablo. Así que, cuando aquella voz me pidió que diera la luz por cuarta vez, no pude ni quise negarme. Levanté la mano pesadamente, palpé fatigado el plástico helado del interruptor y permití que la bombilla descuartizara la penumbra de la sala. Ahí estaban, frente a mí de nuevo, mis pesadillas.

18 comentarios:

Madame Blavatsky dijo...

"Los turistas acabaron marchándose en desbandada, dejando el paseo convertido en los restos de un naufragio. Sin sus ruidos, podíamos oír desde la casa el mar rompiendo mansamente contra la costa. Sin sus neones, la noche recuperó sus estrellas. Sin sus cotilleos diarios, las conversaciones abordaban temas de los que nunca habíamos hablado. En el nuevo silencio de la noche, el rumor del agua y el eco de nuestras risas sonaban tan extraños que llegábamos a enmudecer. Si mirábamos fijamente el firmamento, las estrellas recobradas comenzaban a moverse erráticamente, como ovnis en misión de reconocimiento."

Me encata esta parte, me hace recrear la escena a la perfección.

Sin embargo, el texto me descoloca un poco, porque primero me parece que están ala ire libre, y luego hablas de una casa, y me desubica... pero también me gusta por eso.

aningunsitio dijo...

Vaya, lo que me temía, que no se visualizara bien. Una pena. Estoy reescribiendo el cuento, haciéndolo más extenso, para detenerme más en los detalles. Al encajar el texto dentro de las 450 palabras (aunque hice 500), eliminé detalles.

Las noches se supone que las pasaban dentro charlando con la música, pero en momentos etílicos de alegría extrema corrían al agua.

Anónimo dijo...

Vale, eso sí que se entiende un poco así, al acabr el texto, es decir, cuanod se introduce lo de la casa... pero es que, con el calor que hace en verano, quién se mete dentro de una casa???

xD

MB

aningunsitio dijo...

Ya, también es verdad. Pero cuenta que cada vez hace más frío. Había más fragmentos en que se hablaba del viento, arrastrando la arena que golpeaba contra las ventanas. Uno se pone a cortar y a cortar... XDDD

Madame Blavatsky dijo...

Uno se pone a poner normas...

xDDD

Me gusta mucho también esa especie de obsesión por que todo transcurra en la oscuridad.

Anónimo dijo...

Sí, esa era la idea principal. Aunque el objetivo al principio era otro totalmente diferente. Y no tenía que ver con tocamientos ajenos. XDD

Madame Blavatsky dijo...

Tocamientos ajenos???? ay, dios, cómo se nota que está llegando la primavera...

sonia dijo...

parece en todo momento una historia de verano tipica, q te han contado o has vivido ya.explicada de forma muy sensorial. hasta que llega ese final q le cambia el sentido a todo. sin el cual no tendria tanto significado.
yo tb pensaba en los posibles tocamientos entre esas gentes...q mentes mas sucias

mancantao!

aningunsitio dijo...

Gracias.

Anuskie AneUno dijo...

"Yo y otro nos negamos"
YO y otro XDDDDD


no me esperaba el final y me ha gustado el kambio radikal ke le da al texto :D

aningunsitio dijo...

¿La risa es por poner el YO antes, cuando lo correcto es decir "Otro y yo"? He puesto primero el YO por hacer más relevante la figura del narrador, que es el que finalmente sufre el peso de la historia. :P

En la versión original no oficial del texto era "Yo y otra". XD

cocamarin dijo...

Compañero, pásate las normas por el ojete y reescribe el cuento como Dios manda, que tiene pinta de convertirse en uno de los grandes.

Enhorabuena.

aningunsitio dijo...

Lo estoy reescribiendo para un concurso. Gracias. ;D

Madame Blavatsky dijo...

Manténnos informados.

Suerte!!
:*

aningunsitioperonoairak dijo...

Suerte!! Voy a escribir un cuento, no me voy a Irak!! XDDD No me metas presión que me pongo nervioso. XDDD

Madame Blavatsky dijo...

según y cómo, puede ser parecido.

Pero nada, tú tómate cuatro tilas y ponte a escribir, a ver si no te duermes encima del teclado...

hatsue-san dijo...

Ummm...necesita ás extensión. La idea es buiena, pero creo que falta que te recrees en el inicio, que nos abundes en esa sensación idílica del final del verano cuando ya no hay turistas pero aún hace bueno. Y luego, el hachazo final. XDD

Yo he visualizado una casa des de el inicio, pero una casa más tipo japonesa, abierta, con parque o tatami, donde se puediera ir descalzo...

aningunsitio dijo...

Gracias. Me pongo a ello. ;)