¡Incompetente, incompetente!

Prófugo del Tiempo

La inacabable lucha por encontrar palabras dignas de sus estrafalarias ideas dejaría un sinfín de páginas lamentándose en el suelo. Acabados los pleitos de tinta, se rindió al fin a la evidencia. Suspiró de llanto e intentó enjaular la frustración de su falta de talento, sin más compañía para animarle en sus intentos que una botella medio vacía de tristeza y un ruidoso reloj de pared que se confundía de hora. Apuró la copa de un trago y se entregó al sueño, confiando en que le brindase una inspiración harto olvidada.

El árbitro sentenció la final de la Champions. Todos los penaltis erraron su trayectoria, a excepción de un balón que se coló entre los pósters… el árbitro no consideró válido el gol, raíz de estar abstraído en un gorrión transparente. Los goles en propia puerta fueron los únicos que aparecerían en el marcador.

Murieron a merced de las llamas. Los bomberos no acudieron a tiempo para salvar a los residentes de la posada Tovar… Jamás llegó a averiguar la policía que el incendio había sido provocado por la sucursal de bomberos, al no disponer éstos de más trabajo que el que les proporcionaban sus socios pirómanos.

¡Medalla de oro para Gandalf el Gris en los 100 metros lisos!... Tristemente, nadie más se presentó a la prueba. El lunático que se creía personaje de La Tierra Media no daba diez pasos sin caerse debido a “estar perdiendo el equilibrio al no dejarle correr apoyado en su vara”. Alguien debía de llevarse el premio, por supuesto.

Soñó por último la Ciudad de la Flojera, lugar donde se mantenía vigente la antigua ley; aquélla que, de manera implícita, ordenaba a sus ciudadanos procrastinar ante todo intento de cambio excesivamente perturbador. Era la ley más respetada de cuantas existían. Así, los escritores no inventaban, plagiaban; los suicidas no existían; las religiones sucumbían al no dedicarles tiempo los creyentes; las ambulancias no se molestaban en poner la alarma ni a esquivar las gentes, dejando un río de sangre a su paso; el paro era el todo; filósofos y artistas cambiaban de profesión; los periodistas descuidaban la actualidad, perfeccionando las redacciones del ayer... la ciudad entera transcurría a cierta distancia del presente.

Al despertar, no recordó más que una palabra, consciente que resumía todo lo que había visto y que no podía recordar: incompetencia. Así se sentía él, carente de imaginación, el cáncer de todo escritor. Bebió en silencio hasta vaciar todo el apartamento en forma de alcohol, y se abandonó por enésima vez al sueño que lo atormentaba, convencido que su imaginación no daba para más que escribir el título de una obra inacabada: "¡Incompetente, incompetente!".

3 comentarios:

aningunsitio dijo...

Así se sentía él, carente de imaginación, el cáncer de todo escritor. (...) se abandonó por enésima vez al sueño que lo atormentaba, convencido que su imaginación no daba para más que escribir el título de una obra inacabada: "¡Incompetente, incompetente!".

¡Buf! Cuántas veces habré sentido yo esto...

No sé si te he publicado bien el texto porque el formato, tanto leído en Word como OpenOffice como GoogleDocs aparecía parte en cursiva; y un párrafo mitad cursiva, mitad normal. Ya me dirás. La incompetencia es como un virus, ¡joder! cuando uno se propone hacer las cosas bien... :/

El recurso de la historia dentro de la historia está bien, el escritor escrito, pero lo que me ha golpeado es el sentimiento de derrota, por lo que me toca.

Me he partido la caja con la parte de Gandalf. XDDD

PD: ¿Esto era un error a posta? -->"un balón que se coló entre los pósters"

Madame Blavatsky dijo...

De nuevo el palabro "procrastinar", que tanto gusta en este blog. XDD

Me ha encantado lo de la Ciudad de la Flojera, es muy bueno, y en particular me ha encantado esto: "los periodistas descuidaban la actualidad, perfeccionando las redacciones del ayer..."

Muy buen texto, en mi opinión te libras de los excesos cometidos en el anterior texto, esto es, del lenguaje demasiado rebuscado, para hablarnos de un tema onírico que está muy bien planteado, con mucha originalidad y mucho humor, además de kilos de imaginación.

Como siempre me gustan las ciudades imaginarias, supongo que por eso me ha encantado lo de la Ciudad de la Flojersa, ¿no creéis que ya vivimos un poco cerca de esa localidad?

Excelentes imágenes de la incompetencia, creo que aunque en este esquince hayan escrito pocos participantes, tú has conseguido concentrar gran cantidad de ejemplos de incompetencia, para que no nos quedáramos escasos. ¡Enhorabuena!

aningunsitio dijo...

MB dixit: Como siempre me gustan las ciudades imaginarias

Entonces debes leerte Las ciudades invisibles de Italo Calvino, y Las ciudades oscuars de Schiten y Peeters. ;)