FRÍO

 

Ricardo Triviño Sánchez
con la ayuda de Hatsue

 

Últimamente
Cada vez con mayor frecuencia
encerrado en casa
junto a la estufa
Suelo pensar
en lo que nos une y	nos separa
en el tiempo	y en la distancia
en los años	LUZ
en las arenas	movedizas
	de los relojes

 
Creciendo todos a la par
de un universo que se expande
Inexorable-mente como un bostezo
cada segundo cada milímetro
en constante sucesión
nos disminuyen
Por momentos
en la Inconmensurabilidad
y en lo intangible

Él se aleja
Sin moverse
de mí y yo de él
Como dos extraños
parecemos encontrarnos
en un chat
Trasnochados
donde cada palabra es una hoja seca
que va cayendo y van cayendo
como cae sobre nosotros el invierno

Estas conversaciones binarias
Tablas de madera que no brota
O de cera que no arde
se acumulan
como se amontonan los objetos
en las estanterías de las grandes superficies o de mi casa
cajas de cereales
lámparas para el baño
jabón antibacterias

Mientras, el viento ahí afuera
Y esa niebla al acecho
dan alas al eco incorpóreo
que se hace fuerte y gana
Todo
El reverbero atroz del vacío
atestado de cosas y nombres
incapaces de formar oraciones
Sella mis labios

Y sin embargo sigo
sustentando esta voz hueca e inclemente
en un ordenador que
Nunca
superará el test de Turing
Homosexual hormonado muerto
cuarenta y dos años
Repudiado como una mancha
en la bandera más blanca

Una noche
llegué a atravesar la pantalla
buscándolo a él
Pero sólo había un tubo de luz
que creaba para mí la realidad
Como un cromañón con mi hueso del espacio
descendí del escritorio
y me eché a dormir bajo la cama
sin poder cerrar los ojos
De la impresión

Las palabras
que vienen a mi boca como
Por irrumación
me hacen sentir algo similar
a esas veces en que creo estar follando con pasión
Coronándome
cuando no hago más
que reproducir millones
y millones
y millones
y millones de películas pornográficas

Estas construcciones extrañas
que me devuelve la máquina
Como un espejo cóncavo una imagen deformada
soy incapaz de asociarlas
con su rostro ni sus manos
sino con los de un extraño
Tan parecido a él
que podría ser un punzón y atravesar mi piel
dejando las mismas heridas
Creando un mismo dolor

Nos desvirtúa
Sin remedio
la red donde a voluntad
Nos sumergimos
Pero más miedo da
pensar que no nos miente
O soñar
con que nos volveremos a tocar
sin más aire ni más silicio entre nosotros
Sólo nosotros

Un día en que
como el caparazón de dos escarabajos
O los picos de dos buitres o los huesos
de una fosa común
Nos acerquemos
Y él me diga hola
después de tanto tiempo y tantos quilómetros
Y yo
contrariado de manera inesperada
ante aquel ademán de cariño
me detenga a medio camino
Congelado
descorazonadoramente



Frío