La sangre de Abel

Abel Coca Marín

Trancripción:

Rojo, que te quiero rojo
rojo verde
rojo sangre
rojo pasión
ten compasión de mí
Señor,
y mujer
déjame vivir
Rojo, que te quiero rojo

10 comentarios:

Esquince dijo...

Este es el post número 200 de Esquince. X)

aningunsitio dijo...

El poema burlesco, como siempre, de Abel. "Señor / y mujer" XD

La mancha sanguinolenta de la cara de la chica, además de resultar asquerosa, huele raro. No voy a probarlo, por supuesto.

Quienquiera tastarlo, envie un SMS al mail de Esquince y le invitaremos para que lo paladee.

La tipa me recuerda a las de los anuncios de Häagen Dazs, esas que aparecían en primer plano chupando una chuchara con rezumanete helado derretido como si fuera lo que todos pensamos que era. Pues eso.

aningunsitio dijo...

Lo que no sé todavía es cómo los de Correos aceptaron enviar una postal con tal mancha de loquesea. Encima, pareec haber desaparecido parte de la sustancia en cuestión. >__< puajjjjj

sonia dijo...

egss repugggnante! XD

hatsue-san dijo...

Sin embargo, que piel tan bonita tiene la chica. Lástima que seguro que es producto del fotoshó! :(

Anónimo dijo...

XDDDDDDDDD

Es mermelada?

puaghhhh, los carteros pagan siempre el pato.

buena incursión en la poesía, señor cocamarin.

MB

cocamarin dijo...

Me alegro de que haya llegado a buen puerto! :)

Esto, más que de un Esquince, se trataba de un experimento sociológico que ríase la Mercedes Milá y su programa de pacotilla. La cuestión era comprobar hasta dónde llegaría la profesionalidad de los trabajadores de Correos de ambos países. Terrible dilema, siempre entre nosostros presente: ¿profesionalidad por encima de dignidad? ¿Sí o no?

La postal es realmente asquerosa. Tuve que degollar un conejo de los que corren por los parques de Colonia para conseguir la sangre, luego dejarla coagular, secarla... Fue un proceso largo, tedioso y doloroso, pero en este caso el fin justificaba los medios.

La postal ha estado manipulada, puesto que había bastante más cantidad de sangre. Parece que algún empleado ha intentado quitar tamaña porquería. Los trocitos blancos me imagino que son trozos de postal arrancada. Ahí hay claramente latente el valor de la solidaridad: un empleado, de los muchos por los que habrá pasado la postal, se ha sacrificado en intentar limpiarla para que las manos que vinieran después no tuvieran que pasar por semejante humillación. Me quito el sombrero.

Así pues un éxito rotundo. Bravo por Correos, sus trabajadores y la madre que los trajo a todos. Y alegraos de que el efecto Esquince ha llegado a muchas más personas de las que no pensamos.

aningunsitioperoquehagoyoahora dijo...

Y a todo esto, ¿qué tengo que hacer yo con ella? No la puedo guardar en ningún sitio. Y la sangre de conejo acabará echando peste, ¿no? ¿Acaso sigo formando parte del experimento sociológico? ¿Es una prueba a nuestra amistad? Porque no sé si somos TAN amigos, la verdad...

cocamarin dijo...

El 30 caduca, entonces la puedes tirar.

aningunsitio dijo...

Gracias a dios.

La del laberinto sí que la guardo, sin embargo.